
Dulces contra amargas
Cuando fundé la Orden del Enjambre, juré no volver a ponerme serio jamás.
Hoy haré una excepción. Y no sin esfuerzo.
Que nadie se confunda, ni se rasgue las vestiduras:
las Dulces Hostias no son una broma sobre la violencia.
No la banalizan. No la justifican.
Hacen justo lo contrario: quieren sustituirla. Erradicarla.
La miran a la cara y le dicen:
—Además de cruel, eres ridícula.
Porque una Dulce Hostia es un acto de humor. Y de amor.
Es una forma cariñosa —y graciosa— de decir:
“Te quiero, o me importas… pero me fastidias un poco. Míratelo.”Para que cuando alguien tenga algo que decirte,
no lo haga con gritos ni desprecio,
lo haga con salero e ironía,
con una dulce hostia.
Una que se come. Una que hace reír.
Una que ayuda.
Este proyecto no es una burla.
Es un manifiesto.
Contra la violencia. Contra la amargura.
Contra el miedo a decir las cosas.
Porque si el mundo usara más dulces hostias,
usaría menos de las otras.
Bzzzz