
Origen
Tras años intentando ser mariposa —leyendo libros, abrazando árboles, besando piedras—, Pedro Misericordioso asumió lo inevitable: que la mariposa no acabaría de nacer del capullo en que se había convertido, para gestarla.
Armándose de valor se miró al espejo… y allí estaba, mirándole de vuelta. Una mosca descarada, cabronceta y con cara de: me quedo contigo, amigo.
En lugar de luchar contra ella, o de avergonzarse, decidió abrazarla con firmeza y ternura, sobre todo para que no volase demasiado lejos. Se lo tomó con humor, y zumbó….
Y como no le fue tan mal, fundó la Orden del Enjambre, para que las moscas del mundo que quieran, sin dramas, puedan Reconocerse, Recordar lo que son, y Reír.