ENVIO GRATIS

Mi Primo Santa

LA VERDADERA HISTORIA DE CÓMO LLEGÓ PAPÁ NOEL AL MUNDO HISPANOHABLANTE

Cuentan los viejos del Enjambre que todo empezó hace muchas generaciones, cuando el tatarabuelo de Pedro Misericordioso, un mozo albaceteño de ojos saltones y lengua afilada, se fue a Finlandia “a ver si se despejaba la cabeza”.

En una taberna helada —más fría que el corazón de un cardiogranítico— conoció a la tatarabuela de Papá Noel. Hubo coqueteo, hubo tonteo y hubo… lo que suele haber cuando mezclas vino caliente, frío polar y un manchego con iniciativa.

A la mañana siguiente, el tatarabuelo le dijo a la moza nórdica que partía para Albacete a montar el puesto de navajas en la Feria, que regresaría con lo ganado para desposarla, como se habían prometido. Nunca volvió. Quedose la moza esperando… y durante nueve meses, engordando, para dar a luz al bisabuelo de quien se haría famoso por sus renos y trineo.

Dicen las malas lenguas que aquella Feria el tatarabuelo conoció a una maña, con cuyo puesto de frutas confitadas lindaba. Entre frutas, vinos, el desparpajo de la maña y la mala leche del maño suegro, el tatarabuelo sentó la cabeza y formó familia, en la que nacería el bisabuelo de Pedro Misericordioso.

Los nórdicos, dolidos por el desaire, guardaron rencor durante generaciones, pero como no hay mejor bálsamo que el tiempo, los rencores fueron dando paso a la añoranza de parientes lejanos.

Así, el padre de Pedro Misericordioso visitó a los Claus, y con una encogida de hombros, una caja de Miguelitos y un abrazo, cerró heridas pretéritas y abrió la costumbre de visitarse una vez por año.

Pasaron los años, los padres dieron lugar a los hijos, y Santa Claus —Nicolás por aquel entonces— comenzó a visitar a Pedro Misericordioso —Pedro cansino, por aquel entonces—

Y ya sea por el gen compartido o por casual destino, congeniaron bien los primos. Pedro, martillopilón de nacimiento, le repetía siempre el mismo sermón:

—Primo, tienes que montar aquí en España el tinglao de los regalos. Mira los Reyes Magos: se están forrando. Y de España a nuestros hermanos de Hispanoamérica hay un paso. Y te digo más, primo: aquí no somos tan estiraos como los norteamericanos. Me lo vas a agradecer.

Santa, finalmente —más por cariño que por ganas— decidió probar un año. Y fue tan buena la acogida, y le agradó tanto el carácter y calor latino, que en una carta que el Enjambre conserva como reliquia le dijo:

—Querido primo: estoy tan agradecido por todo lo que gracias a ti he conocido, que quiero compensarte dándote la exclusiva mundial de los regalos contra la amargura.

Hubo otros que no se sintieron tan agradecidos: los Reyes Magos. Estos, por haberles metido la competencia en casa, estaban con Pedro Misericordiosos que juraban en arameo.

Pedro, en la carta que ese año les mandó, junto al listado de regalos solicitados, les dijo que había obrado de buena fe, que ya los veía mayores y que creía que les vendría bien la ayuda de su primo Santa. Como respuesta, los Reyes Magos, desde entonces, y cada año, le traen carbón. Pero entre el carbón siempre encuentra un tarro de rica miel alcarreña con una nota que dice:

“Para el Enjambre, cabrón”

Forma parte activa del Enjambre

Suscríbete y recibe pequeñas dosis de medicina contra la Amargura